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RevarteColectiva

Dignidad: Madre Tierra

RevarteColectiva · July 2, 2023 · 1 Comment

Documental fotográfico de la comunidad mapuche de Curihue,
Verano chileno del 2003

Imagen de “La madre tierra”, Curihue, Chile.

Fotografía y texto por Obed Arango

Doña Carolina me compartió que cuando era niña le avergonzaba vestirse con la ropa tradicional de las mujeres mapuche. Los mapuche son el grupo indígena más numeroso del continente y que ha resistido a 500 años de opresión desde la conquista, desde entonces han tenido que defender su tierra que es su esencia, su ser. Mapuche significa en mpulungu: Hijos de la tierra.  – Prefería andar desnuda antes que ser identificada como indígena–, recuerda Doña Carolina. El desprecio de los habitantes de la Ciudad de Santiago de Chile marcaría su vida, y su lucha. Ella recuerda que fue en la adolescencia cuando inició la batalla para defender su derecho a existir, primero con su identidad propia, y después como mujer adulta para recuperar sus raíces en medio de una terrible dictadura que les despojaba de todo. 

Región mapuche de Curihue, Chile. 

Ante la pérdida de las tierras los padres de la pequeña Carolina tuvieron que emigrar a la ciudad y dejar las montañas de Curihue que se encuentran al sur de Chile muy cerca de Temuco la tierra de Pablo Neruda, y con la trágica y hermosa vista del volcán de Villa Rica. En Santiago los mapuches han sido orillados a vivir en la pobreza, a vivir la discriminación, la verguenza, el desprecio, y la estigmatización. Sin saberlo, Carolina, vivió el mismo desprecio que millones de indígenas  sufren en los países de la patria grande: la América Latina. La lucha de ella es la lucha que no cesa en todo el continente, vivieron el arrebato de sus tierra y de su historia, y como si eso fuera poco, también quisieron despojarles de sus identidades. 

Cincuenta y cinco años después Carolina me comparte de su niñez y adolescencia, y de cómo evitaba su propia identidad por temor a la violencia y al desprecio que los indígenas sufren. Piensa, habla pausadamente con un tono suave, amable y bajito, y me comenta que nunca le han hecho un retrato, y señala la camara que cuelga de mi hombro, dice que me ha visto convivir con la comunidad y tomar fotos en los caminos y de los patios. Le pregunto si desea que le haga un retrato. Pausa, dirige su mirada en otra dirección, evade responder y continúa.

Mural de espíritus mapuche que salen del volcán de Villarrica, Temuco, Chile. 

“Durante los años de Pinochet muchos estudiantes de la ciudad escaparon y aquí los recibimos en las montañas de Curihue”, la escucho atento, y la invade un silencio. Y añade, “Pero sin importar el peligro aquí escondimos a los estudiantes, algunos querían llegar a Argentina o algún lugar para escapar de la dictadura, pero el ejército los buscaba por toda la región”. Lord, uno de los hombres mapuche de la comunidad, añade al relato de ella. “Así es Obed, si los estudiantes eran encontrados el ejército se llevaba, no solo al estudiante, sino a toda la familia y los arrojaban vivos a la boca del Volcán de Villa Rica”. Carolina, se queda callada y murmura “Fue horrible, fue horrible”. Me quedo en silencio, también estoy horrorizado por lo que escucho, me están compartiendo desde el dolor de su memoria, desde el trauma que debió causar, y mi corazón se siente atravesado al escuchar la impiedad del régimen del dictador, no puedo imaginar lo que ellos sienten, lo que vivieron, los gritos que escucharon, el temor, la opresión que vivieron las familias y los jóvenes de aquella generación. ¿Cómo se puede reconciliar un país que vivió tanta opresión, y tanta crueldad?

Volcán de Villarrica, Chile.

A más de diez años de la caída de la dictadura, — de manera nominal, pues es la constitución de Pinochet la que rige al país— lo que ocurre en ese taller de arte mapuche es más que la realización de tejidos tradicionales, es un espacio donde pueden existir como individuos y como comunidad, es un contra espacio de resistencia.  Doña Carolina enseña a las más jóvenes cómo tratar la lana, lavarla, matizarla de color vegetal, secarla y después convertirrla en bellas piezas del arte textil que cargarán la memoria milenaria. Carolina, es una de las matriarcas Mapuche que pasa los valores, la esencia misma, los usos y la sabiduría a la siguiente generación. Contrario a los talleres de arte comerciales de la cultura occidental, este taller es distinto, en mis reflexiones etnográficas anoté:

“Manos de mujer mapuche creando un textil”, taller de textiles en Curihue, Chile.

“Este es espacio en el que veo a una comunidad luchar por su derecho a ser, y estos espacios que crean les permite navegar en lo que llamaré la no-existencia. El sistema les ha orillado desde la colonia a ‘no-existir’ para el sistema, sus derechos no son respetados, son habitantes de su tierra, pero a la vez el país solo los ve como un pasado. Su identidad esta integrada a su territorialidad, porque surgen de la tierra, pero han sufrido el despojo de la misma. Por tanto, los mapuches luchan por crear espacios libres para sí mismos, son espacios de resistencia, son espacios de rebeldía en la que caminan como comunidad, y en la que afirman su identidad y permanencia, son hijos de la tierra e hijos del sol luminoso, hijos de los andes”. Estas notas y lecciones aprendidas, años después marcarían mis estudios de la Villa Inmigrante, y asimismo la creación de CCATE. ¿Cuánto le debe CCATE a las lecciones que los pueblos originarios de América Latina me dieron y nos han dado? Mucho.

“Cruce de mercancía”, Lautaro, Chile.

Aprendí del pueblo mapuche su organización comunal, crear arte como medio de resistencia, también para subsistir a partir de valorar su raíz e identidad, pero con una diferencia, en las décadas del dictador se afirmaron a pesar de la tenaz persecución que sufrieron. No deseo llamarle resiliencia, porque me parece un término que termina por desconocer las condiciones de opresión, prefiero llamarle: rebeldía y resistencia creativa, pues estos términos apuntan a la injusticia que se genera en los sistemas sociales y de poder. 

“Cementerio de los loncos”, tierra sagrada de Curihue, Chile.

Doña Carolina es callada, no dice mucho, su mirada es seria pero amable. Junto con ella está su hija y su nieta, a quienes retraté el día anterior. Después de un rato de silencio en el que se escuchan los telares, me levanto, camino el espacio, tomó algunas otras fotos de las mujeres que participan en ese taller, sobre todo de sus manos, con el permiso de ellas mismas. Doña Carolina me pregunta si me gustaría ir al cementerio donde están enterrados los loncos, una tierra sagrada donde los líderes mapuche han sido enterrados por mil años. Mira a su yerno y le dice: “¿por qué no llevas a Obed allá arriba?”. -Y añade-, casi a nadie les mostramos esos lugares, de hecho no recuerdo a nadie que le hayamos llevado allá. Y me comenta, “a tú regreso platicamos”.

“Cementerio de los loncos”, tierra sagrada de Curihue, Chile.

Después de una horas de camino arriba de la montaña llegamos, la visita al cementerio de los Loncos fue histórica, pude ver la división del cementerio cristiano maouche, del cementerio mapuche tradicional, y al fondo el volcán de Villa Rica. Al siguiente día antes de partir, vi a Doña Carolina una vez más en el taller de tejido, me sonrió y me preguntó que cómo me fue, qué si aprendí algo nuevo. Le contesté que tome muchas imágenes, pero que aún estoy procesando en mi mente todo lo que estoy aprendiendo de la cultura mapuche y todo lo vivido.

“Cementerio”, tierra sagrada de Curihue, Chile.

Le comento que efectivamente los mapuche son hijos de la tierra, como su nombre lo indica. Le comento que me he quedado sin palabras, que necesito tiempo para meditar, para entender, para apreciar, para aprender de ellos. Se me queda mirando con una sonrisa y me pregunta:

“La nieta”, Curihue, Chile. 

“Obed, ¿me tomas un retrato?” me sorprende. Tenía conmigo la cámara Nikon FE cargada con blanco y negro y la Nikon FM cargada con color. Le respondo que sí, inmediatamente decido hacer su retrato en blanco y negro, abro la ventana para que entre la luz natural que alumbre parte de su rostro. No la quiero mover del lugar donde se encontraba sentada, se que tengo solo unos segundos y no deseo perder ese momento. Y le digo, “por favor míreme y déme una sonrisa”. Hice la lectura de luz rápidamente, y en cuestión de segundos hice dos tomas, una vertical y una horizontal, como los cánones mandan, alcanzó a tomar una imagen a color. Y al hacer el último “clic” y antes de que pueda hacerle un retrato cercano a color, Doña Carolina estira su mano y pide mi brazo, se lo ofrezco, se paró lentamente con una sonrisa en el rostro, y me dice: “Ha sido un honor conocerte Obed, no olvides enviarme la foto cuando la tengas” me sonrie nuevamente, damos unos pasos hacia la puerta y le pide a su nieta que continue dandole el brazo, entrego la abuela a la nieta. Con esa amabilidad que le caracteriza toma a su nieta con amor,  me da una última mirada y se despide de mí con un gesto.

“Doña Carolina” matriarca Mapuche. Curihue, Chile. 

Al siguiente mes, en cuanto revele  la imagen en el legendario “cuarto revolución” que puse con mi amigo sandinista Michael Heneise,  ya de regreso en Filadelfia,  la imagen de Carolina me mostró la palabra: “Dignidad”. Carolina es el fiel rostro de la dignidad de los pueblos originarios de América Latina. 

Meses después, con un amigo que viajaba a la misma zona, le envié una ampliación de su fotografía en 8×12, con una dedicatoria: “Para Carolina, la amiga y la mujer que me enseñó el rostro digno del pueblo mapuche. ¡Viva Allende! De su amigo. Obed Arango” La foto llegó a sus manos, mi amigo me comentó cuán feliz le hizo tenerla. Una década después Doña Carolina falleció y fue enterrada en las montañas que la vieron nacer, salir, resistir, regresar, y volver a ser una con su madre: La madre tierra. 

Obed Arango

Obed es mexicano, revolucionario, ciudadano de América Latina, artista visual y antropólogo. Director de CCATE y profesor de la Universidad de Pennsylvania.

    A Melody of Peaceful Madness

    RevarteColectiva · June 19, 2023 · Leave a Comment

    A melody of peaceful madness

    One of the many mysteries of life

    How can something be so peaceful?

    But at the same time full of madness

    A melody that makes you forget all your surroundings

    A guitar chord that brings you at ease

    Piano chords that make you feel like you’re drowning

    Drums bursting of energy

    All creating a tranquil sensation

    Making you solve a personal equation

    A melody that makes you a mess, a chaotic mess

    One that digs deep into personal problems

    Unable to find balance at the bottom

    Chords of sheer folly

    Lyrics of foolishness

    Beats of lunacy

    A melody that’s pleasant

    With a harmony that soothes beautifully

    A melody that makes you alone, but not lonely

    A melody of peaceful madness

    A melody that doesn’t exist …

    Valeria

      A Dose of Music

      RevarteColectiva · June 19, 2023 · Leave a Comment

      Debasish Mridha states, “Music can heal the wounds that medicine cannot touch.” Whether or not we know it in the moment, music helps us in many ways. It is there for us on the tough days, where all we want to do is lay in bed, and on the good days, where we have enough energy to accomplish all our goals. We use music as a way destress, focus, and express ourselves. Whenever we need it, we can always rely on music to fall back on. Many teenagers and young adults are very connected to their music. They feel it has a lot of power in their lives and helps them connect with others and their selves. 

      Music is beneficial to all of us, especially when handling our stress. Stress often makes us feel overwhelmed and anxious. Because of schoolwork, socializing, and life at home, teenagers are usually prone to this feeling of pressure. 

      Omar Yañez, a 16-year-old high school student and student at CCATE, agrees with this idea. “Music helps with stress and calming myself down sometimes.” Many teenagers at CCATE use music to destress and calm their anxiety when they are feeling overwhelmed. 

      One of the other advantages of music is that it gives us a way to express ourselves. Listening to different types of music shows our individuality, and how we are distinct from others. Music also helps us understand how we are feeling and helps us express that emotion. 

      14-year-old Valeria Ledesma Lugo explains this thought. “I feel like even if it’s just a song I feel like they [the artists] open up a lot to put their business out there and all their feelings out there. So, when I hear their music it’s like I can put my feelings out there too.” Putting your feelings out there is an important step of opening up to others, which helps you express yourself more easily. Finding the courage to open up can be found within the lyrics or the melody of a song no matter what emotion you are feeling.

      Music can help us with our emotions on the inside, but it is also helpful with physical tasks as well. Working through your feelings is important, but as are the things we do in daily life as well. Things can get tiring after repeating the same jobs every day, and music can help us with that too. Listening to music can help us focus on these chores, keeping our minds on task working hard without getting distracted. 

      CCATE teenager Alison Calderon says that music helps her with a lot of her work, making the work seem less burdening. “I think music affects mental health by helping it, because there are a lot of songs or a lot of lyrics that give me perspective on how to think about things.” Many teenagers use music in the same way when doing their schoolwork and other chores. Using music to focus and calm your mind can help you get many things done. 

      These songs and lyrics are part of daily life, and help many people get through the day. Music has so many benefits that we are able to take advantage of. It helps us unwind, focus, communicate our emotions, and so many other things that most people don’t think of when listening to music. Even without knowing it, music scientifically improves our mood affecting neurotransmitters that affect our mood. Sometimes, the best way to feel our best is to turn on our favorite song.

      Louisa Sandorff

      Louisa Sandorff is a 15-year-old high school freshman at Conestoga High School, and member of CCATE.

        Struck

        RevarteColectiva · June 19, 2023 · Leave a Comment

        by Alison Calderón-López

        The lightning struck me far more than it struck you.

        Do I cross your mind? 

        Or do I take over it like you do to mine?

        Do you believe 100% that you’ll see me when You turn a corner? 

        Everytime I walk anywhere I believe with One-hundred percent certainty that you’ll be There, standing right in front of me.

        That’s my problem. 

        I believe. 

        A blessing & a curse. 

        You’re in everything,

        E v e r y t h i n g. 

        You are my everything. 

        Am I in everything? 

        Am I your everything too? 

        I am starstruck.

        Love struck. 

        I believe that you were never struck at all. 

        Now I know with one-hundred percent certainty that only I Have been struck by lightning.

        Alison Calderón-López

        Alison is 13 years old and a student at the Centro de Cultura Arte Trabajo y Educacion.

        Selected Works by Alison Calderón-López:
        The Numbers Change
        Me, the Writer
        I Saw A Star

          Un jardín secreto

          RevarteColectiva · June 19, 2023 · Leave a Comment

          Por Abel Hernández Ulloa (Fotografía por Obed Arango)

          Caminando por el cotidiano trajín de las calles empedradas me he perdido entre zigzagueantes y estrechos callejones… y al querer encontrar un camino, he subido por uno de esos callejones que gradualmente se hacía más y más angosto… parecía haber salido de un cuento pues conforme avanzaba se iba haciendo cada vez más diminuto. Sí, parecía que el camino era el que se movía debajo de mis pies y me conducía veloz hacia su cúspide, misma que se escondía de mi vista por el serpenteo de la subida. De pronto, como cuando en medio de una angustia se ilumina nuestro corazón, porque ha llegado al rescate un amigo para abrazarnos con su mirada, así exactamente, ¡de pronto! se iluminó el sendero porque un jardín se extendía majestuoso a un costado de aquella subida interminable… un hermoso pasto verde se derramaba y extendía por debajo de una frondosa jacaranda que presumía de su elegancia, moviéndose al compás del viento y desplegando un sofisticado juego de luces y de sombras que hacían aparecer multicolor a aquel pasto que brillaba, como encantado, en esa danza interminable del sol presente y ausente, de claro-obscuros…

          Los bordes del jardín tenían flores que ofrecían a la vista el aroma de sus colores y el olfato se embriagaba por la fascinación de los múltiples colores de su aroma… al final del jardín, en el rincón de su lado izquierdo, una pequeña construcción de madera y de techo a dos aguas, sutilmente parecía invitar al caminante, a mí, hacia ella… con su puerta entreabierta y teniendo por delante un diminuto camino de piedras que de modo juguetón, quizá tan sólo por remedo caprichoso y burlón de las curvas estrechas de los callejones, zigzagueaba ociosamente por el jardín hasta alcanzar el camino en el que me encontraba. No pude evitarlo y caminé, crucé el jardín, sentí cómo la sombra de la jacaranda se desparramaba sobre mis pasos… el sol jugaba matizando los colores de mi ropa con diferentes tonalidades al escurrirse entre aquellas sombras… las flores me asediaban doblemente con su aroma y sus colores hasta que llegué al quicio de la puerta, la empujé y entré…

          Al entrar se iluminó la penumbra con la luz que se coló a través de la puerta abierta, pero también descubrí un ventanal del lado derecho y una pequeña ventana del lado izquierdo. La habitación estaba casi totalmente vacía pero un aroma de incienso la revestía de un carácter místico… Había algunos cuadros con imágenes de paisajes muy hermosos y tuve la impresión de que el mundo había sido invitado a esa habitación pues tanto dunas desérticas, mares y montañas mostraban su esplendor… al igual que imágenes de distintas culturas… Olmeca, Maya, Griega, Egipcia… cuadros religiosos con motivos tanto cristianos como judíos, musulmanes, budistas, etcétera. En un rincón un pequeño secreter con una silla parecía estarme esperando con un libro abierto y a su lado una pluma fuente y papel en blanco… de modo irresistible me acerqué y miré hacia el libro abierto.

          “El universo se está tratando de hacer un espacio dentro de ti…”

          Esa era la única frase que aparecía en medio de la primera página del libro que se abría ante mí. Y entonces sentí que la tierra toda se hacía presente a través de las imágenes de las montañas, de los desiertos, de los mares y también de las imágenes de las culturas que me rodeaban… incas, hindúes, chinos… y entonces observé que entre los motivos religiosos de la cruz, de la estrella de David, de un Buda, se mostraban también pinturas de diversos periodos: medievales, renacentistas, impresionistas, surrealistas… una réplica del “Cuarto” de van Gogh y otra de la “Improvisación 31 (Batalla en el Mar)” de Kandinsky capturaron mi atención y me arrancaron de la certeza del recorrido previo por los callejones y por el camino de piedras de ese maravilloso jardín en el que se encontraba el cuarto en donde ahora me ubicaba… pero más allá de las coordenadas espaciales y temporales era la certeza de esos colores y su ímpetu vital lo que me hacía vibrar y colmaban de significado en ese momento… fue así, que sintiendo una alegría infinita en la contemplación serena y lúdica de esos cuadros, que de pronto sentí que toda la geografía del mundo, toda su historia, toda su belleza me llegaba de modo súbito y entonces sentí que efectivamente lo infinito del universo, de algún modo, se iba abriendo espacio dentro de mí… sentí entonces la necesidad de dar vuelta a esa primera hoja del libro…

          La segunda hoja me pareció completamente blanca… estaba vacía pero mi mirada insistía en observarla y de pronto comenzaron a emerger palabras… eran palabras conocidas, pues las había contemplado en la lápida de mi primo Alfredo Hatchett, un lider estudiantil en los años setentas y quien fue asesinado por mantenerse firme a sus ideales… sin embargo esas palabras cobraban un mayor sentido en medio de mi experiencia en este jardín, las palabras emergían y parecían iluminar toda la página, todo el libro, todo el cuarto, todo el jardín:

          “Vivir el presente sin que haga mella en ningún momento el pasado y sin pensar dramáticamente en el futuro; pues lo cierto es que se tiene que vivir para disfrutar. Y sentir que se está viviendo para algo y ese algo se satisface logrando lo que se desea y si no se lograse y la vida se fuese acabando moriríamos con la felicidad de haber vivido disfrutando.”

          Sentí que en esas ideas se encontraba el sentido más profundo para disfrutar plenamente de la vida… el secreto para vivir plenamente toda la vida… pues así cada instante tenía su propia y exclusiva dimensión y habría de librarse de las ataduras del pasado y del futuro…

          Al despertar de las pocas horas en que había dormido… pero en las cuales había tenido ese maravilloso sueño del jardín secreto, mi hija Sofía me observó y me dijo: “Papi, ¿sabes qué hay en esas bolsitas debajo de tus ojos (refiriéndose a las ojeras)?” Respondí que no. Y entonces me dijo: “Son los sueños que aún no has soñado”. Y entonces me alegré por todos los sueños posibles… por la infinidad de nuevos jardines secretos por descubrir, tanto en este mundo como en el mundo de los sueños.

          Abel y su hija Sofia

          Abel Rubén Hernandez Ulloa, PhD

          Trabajó como Research Fellow en Lancaster University. Profesor-Investigador en la Universidad de Guanajuato.

          Abel es filosofo de la educación, y economista, ha sido profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Tec de Monterrey Campus Ciudad de México, y actualmente es profesor investigador en la Universidad de Guanajuato. Abel lidera diversas iniciativas nacionales e internacionales para la transformación y justicia social desde la educación.

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