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Por David Azzolini
Es difícil encontrar la manera adecuada de contar lo que ya después de un mes está resultando ser una etapa de la vida a la que miraré con melancolía algún día. Afortunadamente, la forma de contarla me fue recomendada por el mismo servicio civil, personificado en este caso en un periodista mexicano con el que me encontré compartiendo un pequeño apartamento en Puente Piedra. Entre las interminables historias de vida de este interesante personaje, me impactó un pequeño cuaderno de dibujo que siempre lo acompaña en cada momento y que ahora, y espero también en el futuro, me está acompañando a mí también.
Este primer mes de servicio civil ha estado marcado por las páginas de este cuaderno, las cuales me recuerdan los increíbles encuentros que he tenido, como en el caso de Adolfo Peredo, un migrante boliviano fundador de una asociación pedagógica para niños, de quien pude escuchar cuatro horas de una entrevista demasiado corta para captar más que una fracción de la vida de una persona extraordinariamente interesante.
Estas mismas páginas me hablan de la amabilidad y disponibilidad de mi OLP, que no dudó ni un momento en pasar una tediosa mañana haciendo fila en el banco después de que el “cajero más seguro” me quitara 180 euros de la cuenta sin dar nada a cambio, o de aquella noche en la que no dudó ni un segundo en cambiar el menú de la cena para satisfacer mi deseo, expresado en forma de una broma sin pretensiones, de comer churros.
Y entre las páginas llenas de lugares, colores y experiencias, encuentro el momento triste en el que me di cuenta de que en la lectura de aquel relato no era la timidez la que estaba deteniendo a algunos niños, sino el resultado de una deserción escolar demasiado temprana.
Pero la tristeza de estos momentos y las múltiples contradicciones de una ciudad tan injustamente rica y desarrollada, al punto de erigir un muro para dividir dos distritos, se ven opacadas por la riqueza de las personas que forman parte de este proyecto, que día tras día, libro cartonero tras libro cartonero, programa radial tras programa radial, están llevando un cambio palpable a la realidad a la que pertenecen, y que he tenido la suerte de conocer y espero poder transformar en mi propia medida.
English Version:
The Diary
It is difficult to find the right way to tell what is already becoming a phase of life that I will think back on with melancholy someday. Fortunately, the way to tell it was advised to me by the same civil service, embodied in this case by a Mexican journalist with whom I found myself sharing a small apartment in a district of Lima called Puente Piedra. Among the endless life stories of this interesting character, I was struck by a small sketchbook that he always carries with him at all times, and which now, and hopefully in the future, is accompanying me as well.
This first month of civil service has been marked by the pages of a notebook, which remind me of the incredible encounters I have had, such as the case of Adolfo Peredo, a Bolivian migrant and founder of an educational association for children, of whom I was able to listen to four hours of an interview that was too short to capture little more than a fraction of the life of an extraordinarily interesting person.
These same pages speak to me about the kindness and availability of my OLP, who did not hesitate for a moment to spend a boring morning in line at the bank after the “cajero mas seguro” took 180 euros from my account without giving anything in return, or of that evening when she did not hesitate for a second to change the dinner menu to accommodate my desire, expressed by me as a joke, to eat churros.
And in the pages full of places, colors, and experiences, I find the sad moment when I realized that it was not shyness that was blocking some children from reading, but rather the result of an early school dropout.
But the sadness of these moments and the multiple contradictions of a city so unjustly rich and developed, to the point of erecting a wall to divide two districts, are overshadowed by the richness of the people who are part of this project. Day after day, book after book, radio program after radio program, they bring about a tangible change to the reality they are a part of, and that I have been fortunate enough to know and, in my own small way, help shape.
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