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por Aura R. Cruz Aburto
(La llegada y la expectativa)
Llegamos a un lugar de tierras de colores. El ITT, Instituto Tonantzin Tlalli nos recibió: un conjunto de personas urbanas que iríamos a aprender, en primera instancia, de los saberes constructivos tradicionales de la zona… construir con tierra. Pero aprenderíamos eso en una dimensión mucho mayor de la que pensábamos.
Es posible que algunes llegasen con la expectativa de “ayudar”, para descubrir después que no es asistencia sino transformación mutua lo que a todes nos ocurriría. No sólo serían las estrellas y la luna brillante en el cielo, el aire limpio que curaba las gripas persistentes, lo que nos abriría a otro mundo, sino el descubrimiento de que otra vida es posible de ida y vuelta.
(El contacto con las tierras de colores)
Comenzamos a tocar, modelar y sentir el barro. Una compañera apasionada de la tierra nos abrió a un mundo maravilloso y supimos entonces que, debido a las estructuras y a las facilidades producto de la dominación moderna, los colectivos locales estaban olvidando sus saberes constructivos. Nosotros, por otro lado, solíamos pensar en gris acero y concreto, quizás en tierra recocida a veces que asignaríamos como etiqueta material en un plano.
El tacto con la tierra nos afectó, nos hizo olvidar los teléfonos celulares y, bajo un frondoso árbol, nos volcó en una conversación acompasada con un pulido interminable de esferas de tierra que terminarían por parecer astros lejanos en pequeñísima escala. Así nacerían nuevos deseos de compartir el camino, de hacer cosas juntos: de amistad.
[El contacto con las historias y los sueños]
Ya habíamos iniciado una amistad entre nosotres, los animales de ciudad, y las tierras multicolor cuando, un día después conocimos a las mujeres de las cercanías. A través de un juego diseñado por diversos equipos de estudiantes, les habitantes recrearon su forma de vivir, de existir en y con el territorio.
El juego, como quienes hablan de democracia deberían saber, es una actividad primordial en tanto permite y abre a, al menos, dos cosas: el conocimiento de la alteridad (les otres), como a la liberación de la imaginación radical, esa que permite soñar la vida que deseamos postulando, en primera instancia, las existencias que cada cual reconoce que le acompañan: ¿Cómo explicar la casa sin la gallina o la enredadera de maracuyá que, además de regalar su fruto, brinda una fresca sombra bajo la cual degustamos unos deliciosos elotes asados?
Los sueños se comenzaron a hilar con la escucha y el azoro: una de aquellas mujeres había construido un baño seco con adobe hecho por ella misma, porque no es lo mismo trabajar un block de concreto que moldear la propia tierra que nos sostiene cuando caminamos y que alberga las semillas de lo que será nuestro alimento.
Los sueños se continuaron hilando cuando nos invitaron unas deliciosas memelas esas mujeres dueñas de la técnica más exquisita de su saber culinario. Soñamos juntes y una amistad dio comienzo. Ojalá que en día de muertos podamos visitar a nuestras amigas: esas mujeres sabias y, al mismo tiempo, ávidas de aprender.
(Una comunidad inconfesable: construir juntos, diálogo, democracia y tejido de afectos)
Al regreso de comunidad, en el ITT nos dispusimos a construir una pequeña casita que será habitación para más personas que acudan a seguir trabajando y aprendiendo en comunidad. Unas semanas antes, otres estudiantes habían trabajado en un ligero muro de bajareque (una de las técnicas de construcción con tierra) que ese día sería coronado junto con otro muro de tapial con una techumbre de carrizo. En ese esfuerzo colectivo volveríamos a encontrar la revelación del encuentro afectivo que produce construir juntes: la técnica no es tan sólo un medio operativo guiado por ideas que le son heterogéneas porque cuando los pies de varios danzan sobre el barro para poder alzar un muro de bajareque o cuando varios ciernen la tierra de los mismos cerros que les rodean, hay encuentros colectivos que reúnen en medio de la acción; se construye en comunidad entre humanos, pero también en comunidad con el medio que se rehace a través de su propia materialidad: la tierra. El mundo se renueva, pero sin perder su equilibrio, se mantiene la alianza que garantiza la vida en movimiento.
[Epílogo: ¿Puede la técnica ser un motor político para la democracia?]
Hace varios meses ya hemos vuelto de esa tierra que entonces estaba verde y húmeda. Nosotros nos hemos mantenido también irrigados de vida y esperando volver. Hemos visto el potencial que emerge del hacer mundo conjunto y de la necesidad de poner los cuerpos sensibles en una danza conjunta que edifica no sólo muros sino comunidades.
No es que se trate de echar abajo la modernidad y la industrialización que le acompaña, pero quizá sí debamos poner en cuestión la distancia que existe en nuestra relación con la técnica. Quizá sea esta distancia la que entorpece los encuentros y la creatividad social porque también está en ella el poder de articulación y de apropiación del mundo al que aspiramos.
Hay quien dice que la técnica no es, ni puede ser política. Sin embargo, si la técnica es en primera instancia el truco que le jugamos a las reglas de la naturaleza a partir de ellas mismas, no se trata de un mero aprovechamiento de sus posibilidades en aras de una operación instrumental: es también, en sí misma, una declaración y una reinvención ontológica. Asimismo, puede ser una declaración del mundo al que queremos dar lugar: ese mundo en común que forjamos juntos.
La técnica, lejos de ser un ejercicio calculado y supuestamente neutral que sólo ciertos expertos pueden llevar a cabo, supone y despliega en su desarrollo mismo una serie de decisiones del mundo que se desea. A la técnica no sólo le precede una imaginación pretécnica como habrá dicho el filósofo español Ortega y Gasset, es decir, no sólo se trata de prefigurar algo que queremos y luego elegir el cómo para llevarlo a cabo. La técnica, bien conocida, desarrolla y acompasa la emergencia de mundos nuevos en su despliegue mismo: quien experimenta, detona nuevas derivas a la imaginación porque descubre las promesas en el seno de la operación técnica misma.
Asimismo, la técnica es nuestro proceder para refundar existencias pues cuando instrumentamos sus fuerzas a nuestro favor, en realidad ajustamos al mundo mismo, le reinventamos en menor o mayor medida a partir de un proceder antropogénico. A su vez, este universo refundado, rehecho, nos rehace pues, tal como habrá dicho Merleau-Ponty: “estamos hechos de la misma tela del mundo”. El ser humano reinventa y reorigina al tiempo que se reinventa y se reorigina a sí mismo.
ENGLISH
Of Mud, Democracy and Community
By Aura. R. Cruz Aburto
We arrive at a place of colored lands. The ITT, Instituto Tonantzin Tlalli received us: a group of urban people who would go to learn, in the first instance, the traditional constructive knowledge of the area… build with earth. But we would learn that in a much larger dimension than we thought.
It is possible that some arrived with the expectation of “helping”, to discover later that it is not assistance but mutual transformation that would happen to all of us. It would not only be the stars and the bright moon in the sky, the clean air that cured the persistent flu, which would open us to another world, but the discovery that another life is possible back and forth.
(Contact with colored lands)
We began to touch, model, and feel the clay. A compañera passionate about the land opened us to a wonderful world and we knew then that, due to the structures and facilities produced by modern domination, the local groups were forgetting their constructive knowledge. We, on the other hand, used to think of steel gray and concrete, perhaps annealed earth at times that we would assign as a material label on a blueprint.
Contact with the earth affected us, made us forget cell phones and, under a leafy tree, turned us into a rhythmic conversation with an endless polishing of earth spheres that would end up looking like distant stars on a very small scale. Thus, new desires to share the path, to do things together: friendship would be born.
[Contact with stories and dreams]
We had already started a friendship between us, the city animals, and the multicolored lands when, a day later, we met the nearby women. Through a game designed by various student teams, the inhabitants recreated their way of living, of existing in and with the territory.
The game, as those who speak of democracy should know, is a fundamental activity insofar as it allows and opens up to at least two things: the knowledge of alterity (les otres), as well as the liberation of the radical imagination, that which allows dreaming of the life we want by postulating, in the first instance, the existences that each one recognizes that accompany them: How to explain the house without the chicken or the passion fruit vine that, in addition to giving away its fruit, provides a cool shade under which we can taste some delicious roasted corn?
The dreams began to spin with listening and amazement: one of those women had built a dry toilet with adobe made by herself, because it is not the same to work a concrete block than to shape the very earth that supports us when we walk and that houses the seeds of what will be our food.
The dreams continued spinning when we were invited to some delicious memelas by those women owners of the most exquisite technique of their culinary knowledge. We dreamed together and a friendship began. I hope that on the day of the dead we can visit our friends: those wise women and, at the same time, eager to learn.
(An unspeakable community: building together, dialogue, democracy and fabric of affections)
Upon returning to the community, at ITT we set out to build a small house that will be a room for more people who come to continue working and learning in the community. A few weeks earlier, other students had worked on a light bajareque wall (one of the earth construction techniques) that would be crowned that day along with another rammed earth wall with a reed roof. In this collective effort we would find the revelation of the affective encounter that building together produces: technique is not just an operational means guided by ideas that are heterogeneous to it, because when the feet of several dance on the mud to be able to raise a wall of bajareque or when several sift the earth from the same hills that surround them, there are collective meetings that gather in the middle of the action; it is built in community between humans, but also in community with the environment that is remade through its own materiality: the earth. The world is renewed, but without losing its balance, the alliance that guarantees life in motion is maintained.
[Epilogue: Can technology be a political engine for democracy?]
Several months ago we have already returned from that land that was green and humid then. We have also kept ourselves irrigated with life and waiting to return. We have seen the potential that emerges from making the world together and from the need to put sensitive bodies in a joint dance that builds not only walls but also communities.
It is not that it is about tearing down modernity and the industrialization that accompanies it, but perhaps we should question the distance that exists in our relationship with technology. Perhaps it is this distance that hinders social encounters and creativity because it also contains the power of articulation and appropriation of the world to which we aspire.
There are those who say that technique is not, nor can it be, political. However, if technique is in the first instance the trick that we play on the rules of nature starting from themselves, it is not a mere use of its possibilities for the sake of an instrumental operation: it is also, in itself , a declaration and an ontological reinvention. Likewise, it can be a statement of the world we want to give rise to: that common world that we forge together.
The technique, far from being a calculated and supposedly neutral exercise that only certain experts can carry out, assumes and unfolds in its very development a series of decisions about the world that is desired. Technique is not only preceded by a pre-technical imagination, as the Spanish philosopher Ortega y Gasset will have said, that is, it is not only a question of prefiguring something that we want and then choosing how to carry it out. The well-known technique develops and paces the emergence of new worlds in its very unfolding: whoever experiments triggers new drifts in the imagination because they discover the promises within the technical operation itself.
Likewise, technique is our procedure to re-found existences because when we instrument its forces in our favor, we adjust to the world itself, we reinvent it to a lesser or greater extent from an anthropogenic procedure. In turn, this refounded, remade universe remakes us, then, as Merleau-Ponty will have said: “we are made of the same fabric as the world”. The human being reinvents and re-creates at the same time that it reinvents and re-creates itself.
Aura R. Cruz Aburto
Aura es filósofa mexicana, latinoamericana orgullosa, es también artista espacial, textil y visual que busca dar de cuando en cuando con “la frágil unidad poética”. Profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México, Tec de Monterrey e investigadora independiente.
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