Foto por Obed Arango, Washington D.C. Primavera del 2010
Quizá el punto más complejo de comprender las escrituras (la Biblia) es cuando se habla de la infancia, ahí es donde la fe adquiere sentido, pero también donde los creyentes fallan. Según el evangelio de Mateo (capítulo 19) Jesús reprendió a sus apóstoles cuando estos alejaron a los niños de él. Otra aparición de los más pequeños es cuando un niño se le acerca para ofrecerle cinco panes y dos peces, y de este almuerzo para 2 personas, Jesús lo multiplicó para alimentar a más de 5,000 personas. Quizá el momento más controversial al que José Saramago hace referencia en su novela “El evangelio según Jesucristo”, y que describe el punto de cuando perdió su fe, es la matanza que el rey Hérodes proclamó para evitar el nacimiento del rey de los judíos, y que la narración termina con María, José y Jesús como inmigrantes en el exilio y se dirigen a Egipto para salvar la vida del niño rey. En cada pasaje en el que los niños aparecen, los adultos los marginan, pero los niños son reafirmados por el mesías como las personas más importantes en el reino de los cielos, lo cual implica un ejercicio hermenéutico mayor. Pero al parecer, la palabra del mismo Cristo, veinte siglos después, no parece importar a los adultos creyentes. La prueba de fe no ha sido superada, porque en realidad los grupos que se visten de santidad, – especialmente los grupos evangélicos fundamentalistas de los Estados Unidos, quienes apoyan la agenda nacionalista anti-inmigrante, republicana y que les gusta presguntar “What would Jesus do? (WWJD)”–, no creen, y prefieren vivir en un mundo de odio camuflado de moralismo religioso en el que la impiedad va en contra de la infancia.
En el año del 2020 cuando Joe Biden triunfó sobre el innombrable Trump en las elecciones presidenciales, el punto más frágil nuevamente vienen a ser los niños. Ambas administraciones, tanto la de Trump como la de Obama, de la cual Biden fue vicepresidente, tienen cola que les pisen en el tema de la migración. Por un lado la administración de Obama es la que más deportaciones ha hecho, este quien buscó la reforma migratoria, quiso asegurar la aprobación republicana, satisfacer las demandas de los republicanos de fortalecer la frontera con México y de deportar a aquellos con récord criminal. Sin embargo, los republicanos lo dejaron colgado de la brocha, por decirlo de la manera más decente posible, y en ese intento se llevó también a inocentes, y a muchas familias quienes sufrieron la deportación de uno de los padres.
El programa de comunidades seguras que se inició bajo la administración de Bush en el 2002, disparó la crueldad de I.C.E. (Immigration Custom Enforcement) en los años de Obama. Con los años he registrado testimonios directos de familias que en sus casas sufrieron la violencia despiadada y con armas de fuego de esta policía que opera bajo el “Homeland Security”. Este departamento que nació después de los ataques del 9 de septiembre del 2001, ha tenido consecuencias fatales para la comunidad inmigrante, ya que puso a los terroristas y a los inmigrantes en la misma canasta, y bajo la misma vigilancia. El problema radica, no solo en la criminalización del inmigrante, sino que el entrenamiento que reciben estos policías no distingue entre quién es terrorista y quién es inmigrante. Por tanto, el trato que la policía migratoria dará a un terrorista, lo dará también a un inmigrante, esa policía ha sido entrenada para matar y para actuar de manera agresiva.
Los diálogos por una reforma migratoria iniciaron en el año de 1999, aunque se remonta a 1986 cuando se pidió una reforma justo después de la amnistia de Reagan, para el 2001, los flamantes presidentes de México y de los Estados Unidos, Vicente Fox y George W. Bush, respectivamente, planeaban un diálogo con este tema y con el fin de crear una propuesta binacional. Sin embargo, los ataques del 9-11-2001 ocurrieron y eso canceló el acercamiento. Nunca más se trató el tema como un asunto binacional. Sino que cayó en las nuevas políticas de estado de los Estados Unidos. Desde entonces el tema migratorio ha ido como péndulo político de un lado a otro, si bien, en la retórica y en las acciones los republicanos han sido los más abusivos y crueles, los demócratas han sido una decepción enorme pues lo único que en 20 años pudieron ofrecer fue un programa bajo una decreto ejecutivo para evitar la deportación de los niños, y de los jóvenes inmigrantes: el programa DACA. Asunto que trato con mayor profundidad en la foto “My dreams are not Illegal”. Fuera de ahí, el tema migratorio no ha ofrecido opciones para una reforma migratoria. Al contrario, la crueldad al trato con el inmigrante se ha exacerbado.
Bajo la administración de Trump la crueldad y el racismo contra el inmigrante ha mostrado su rostro abierto y desparpajado, lo más trágico es que un gran sector de la ciudadanía le aplaudió a Trump su postura de odio, para ser exactos fue casi la mitad del país. La administración Trump convirtió los centros de detención que la administración de Obama creó, en campos de concentración. A padres y madres les fueron arrebatados sus bebés, hijos e hijas, y por años esa separación se ha profundizado. En el mes de octubre del 2020 se anunció que no encuentran a los padres y a las madres de más de 500 niños. Seguramente varios de ellos fueron deportados, quizá otros ya no viven. Esta generación no se ha inmutado a pesar de ver niños que han crecido en condiciones infrahumanas, y en condiciones de encierro, incluso en tiempo de COVID-19.
Así y después de 36 años de la búsqueda por una reforma migratoria, la deshumanización del inmigrante ha tomado incluso giros más siniestros porque este ha sido cobijado bajo el amparo de la iglesia, especialmente la iglesia evangélica protestante. ¿Cómo justifica de manera ética y moral su postura y su apoyo a Trump? No hay manera para justificar estas acciones impías desde la fe, pero capturados en una retórica sucia, la iglesia cree el discurso criminalizador de Trump. La frase favorita: “Illegal Alien” esta frase indica dos cosas, por un lado criminaliza y por otro deshumaniza. La palabra “ilegal” presupone que la persona es criminal, que por tanto merece el castigo, la palabra “alien” que se usa también como una forma de destierro deshumanizante. Así es como justifica la iglesia las acciones, ellos no pueden apoyar a “criminales”. La postura no es solo enferma, sino anti-cristiana que solo puede ser sostenida por un modelo de “anticristo”, (término que uso de manera descriptiva para usar un término teológico que el mundo cristiano entenderá), así como lo fue en su momento Hitler, y ahora lo es Trump al generar un odio contra el inmigrante.
Ante toda esta retórica del fundamentalismo religioso,y la falta de pensamiento crítico en el campo de la ética por parte de la iglesia y la política. En marzo del 2010 en la marcha nacional por una reforma migratoria que se llevó a cabo en Washington D.C, una niña cuyos padres fueron deportados, –y por tanto vive con su tía–, mira directamente a mi cámara, su rostro despide seriedad, sus ojos penetran y su pregunta desarticula y desarma 36 años de odio contra el migrante:
Who would Jesus deport?
Obed Arango Hisijara
Obed es mexicano, ciudadano de la América Latina, artista visual y antropólogo. Director de CCATE y profesor de University of Pennsylvania.