Cuento sobre la diversidad
por Rosalba Esquivel Cote
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Era una tarde fría y airosa en mi pueblo. Yo vestía mis jeans favoritos, con aquel suéter blanco que me tejió mi abuelita hace algunos años, encima una chamarra negra larga impermeable de última moda, y mis botas viejas, comodísimas que aún me permitían caminar en todo terreno. Me encantaba que lo diferente de mi ropa me hacía lucir muy bien.
Caminaba por la calle empedrada que daba a la iglesia de La Lupita, una construcción enorme que destaca por su campanario y sus figuras labradas en piedra caliza las cuales adornan su fachada haciendo un marco al bellísimo portón de caoba. En el atrio, que también es un colorido jardín, todos los domingos Doña Meche cocina y vende sus tortitas y atole de pinole y canela, buenísimos.
Ese día me dirigía a la panadería. Mi familia tenía antojo de un pan: una concha, un cuernito, un polvorón, o una corbata recién horneados. En mi trayecto, yo iba admirando las flores y las plantas que mis vecinas habían colgado en singulares macetas desde las marquesinas de sus casas. Hermosos adornos naturales y vistosos que lucían espectaculares tras el contraste del cielo despejado y azul intenso.
Las gallinas cacaraqueaban por el ruido que hacían las cabras al pasar en peregrinación por la calle al grito de su dueño. Los perros ladraban a las aves, y a las vacas también. Los cerdos gruñían al comer, y los burros rebuznando. Jajajaja, de momento creí escuchar una sinfónica de animales, todos cantando al mismo tiempo.
Al pasar por la casa de mi tía Laura, percibí un aroma exquisito que salía de la ventana, ¡uf!, ese olor me distrajo tanto que me obligó a voltear, y sentí hambre inesperadamente, caminé solo unos pasos más y no pude resistir, toqué a la puerta, y apareció mi tía, una mujer chaparrita de tez morena, con unas espectaculares trenzas largas y negras que competían con las de la muñequita Lele bordada a mano sobre su mandil de manta cruda.
— ¡Tía, buenos días! ¿Cómo está?
— ¡Hola, buenos días, hija! ¿Qué andas haciendo por acá?
— Pensé rápido.
— Voy a la panadería y quería saber si se le ofrecía algo.
— Oh, muchas gracias, tal vez unos bolillitos hija. Pero pasa, entra, te doy dinero.
— Gracias, tía. ¡Uy, que bien huele! ¿Qué cocina?
— Estoy haciendo un molito de olla para tu tío Lalo que acaba de regresar. Hoy fue a visitar a su compadre Polo.
Su compadre es un adulto mayor que usa silla de ruedas desde hace algún tiempo, y que, junto con su esposa, venden productos de palma en el mercado. Ellos hacen sombreros, canastos, floreros, y hasta nacimientos completos para celebrar Navidad.
— ¿Molito de olla? ¿Cómo lo preparó?
— Ah, pues verás, el caldito lo preparé con chile guajillo, chile, ancho, y chile pasilla, le puse varias verduritas como chayotitos, papitas, ejotitos, calabacitas, zanahorias, elotito, lo condimenté con ajo, cebolla, epazote, especias y sal. Esta vez lo guisé con espinazo de res, y le voy a poner unos chochoyotes.
— ¡Tía, huele y se ve riquísimo!
— ¿Te gustaría probarlo? Así nos acompañas a tu tío y a mí a comer.
— Por supuesto que sí tía, gracias.
Con entusiasmo me froté las manos, y me acomodé para disfrutar de ese molito de olla. Mi tío entró, me saludó y se acercó a la mesa. Él era un hombre alto, delgado, de tez blanca, vistiendo sus acostumbradas chaparreras. Me invitó a beber un poco de pulque curado de piñón. Un brebaje fermentado tradicional de la región, elaborado a base de aguamiel extraído del maguey, del cual se sabe posee propiedades probióticas por la complejidad de sus compuestos: azúcares, proteínas, vitaminas, levaduras, bacterias y hasta alcohol.
Tomé una primera cucharada, y la explosión de sabores que sentí fue emocionante, simplemente delicioso. La combinación de todos los ingredientes hizo magia en mi paladar. Además, mi tía ya preparaba unas tortillitas recién hechas al comal con una de las variedades de mazorcas que mi tío cultiva en sus terrenos.
Esa tarde pasé una tarde inolvidable, mis tíos y yo platicamos y reímos. Mientras degustábamos de una tarta de guayaba que mi tía había hecho ayer, sonó mi teléfono celular.
— ¿Bueno, Olga?
— ¿Inés? Sí, soy yo. Dice mi mamá que, ¿dónde te metiste ahora?, Carlitos ya quiere su pan y tu no apareces.
Avergonzada, me despedí, agradecí la comida y la compañía, y corrí a la panadería. Jajaja, qué “oso”. Pronto regresé a entregar los bolillitos y me fui a mi casa.
Antes de irme a dormir, abracé a mi familia, y di gracias por ese día. ¡Qué hermoso ver todo ese paisaje, esos colores, esos sonidos, esas sensaciones, esos aromas, esos sabores, esas personalidades, toda esa variedad de cosas llenando la vida de emoción y de sorpresa!
¡Qué bueno que somos diferentes, que bueno que existe la diversidad!
Tenemos que respetar y cuidar esta diversidad para que sigamos disfrutando de días como este, y por supuesto de un rico molito de olla.
Sin duda, la diversidad es lo que le da sabor al caldo.
English Version:
Flavor of the Broth
Story about diversity
It was a cold and windy afternoon in my town. I was wearing my favorite jeans, with that white sweater that my grandmother knitted for me a few years ago, on top of it a long black waterproof jacket of the latest fashion, and my old, very comfortable boots that still allowed me to walk on all terrain. I loved that the different things in my clothes made me look very good.
I was walking along the cobblestone street that led to the church of La Lupita, a huge construction that stands out for its bell tower and its figures carved in limestone which adorn its façade, making a frame for the beautiful mahogany gate. In the atrium, which is also a colorful garden, every Sunday Doña Meche cooks and sells her delicious pinole and cinnamon pancakes and atole.
That day I was heading to the bakery. My family was craving a frying pan: a freshly baked concha, a cuernito, a polvorón, or a tie. On my way, I was admiring the flowers and plants that my neighbors had hung in unique pots from the canopies of their houses. Beautiful natural and colorful decorations that looked spectacular after the contrast of the clear and intense blue sky.
The chickens clucked because of the noise the goats made as they passed on a pilgrimage down the street shouting from their owner. The dogs barked at the birds, and at the cows too. The pigs grunted as they ate, and the donkeys brayed. Hahahaha, in that moment I thought I heard a symphony of animals, all singing at the same time.
When I was passing by my aunt Laura’s house, I smelled an exquisite aroma coming out of the window, ugh! That smell distracted me so much that it forced me to turn around, and I felt hungry unexpectedly, I walked just a few more steps and I couldn’t resist, I knocked on the door, and my aunt appeared, a short, dark-skinned woman with spectacular long black braids that competed with those of the little Lele doll hand-embroidered on her raw blanket apron.
—Aunt, good morning! How are you doing?
—Hello, good morning, hija! What are you doing here?
— I thought quickly.
— I’m going to bakery, and I wanted to know if you offered anything.
— Oh, thank you very much, maybe some little bolillos, hija. But come in, come in, I’ll give you money.
— Thank you, aunt. Wow, it smells good! What did you cook?
— I’m making a molito de olla for your uncle Lalo who just returned. Today he went to visit his compadre, Polo.
His compadre is an older adult who has used a wheelchair for some time, and who together with his wife, both sell palm products in the market. They make hats, baskets, vases, and even complete nativity scenes to celebrate Christmas.
— Molito de olla? How did you prepare it?
— Ah, well you see, I prepared the broth with guajillo chili, ancho chili, and pasilla chili, I added various vegetables such as chayotitos, potatoes, green beans, zucchini, carrots, elotito, I seasoned it with garlic, onion, epazote, spices and salt. This time I stewed it with beef backbone, and I’m going to add some chochoyotes.
—Aunt, it smells and looks delicious!
—Would you like to try it? This is how you accompany your uncle and me to eat.
— Of course, yes aunt, thank you.
With enthusiasm I rubbed my hands and settled down to enjoy that molito de olla. My uncle came in, greeted me, and approached the table. He was a tall, thin, white-skinned man, wearing his usual chaps. He invited me to drink some cured pine nut pulque. A traditional fermented concoction of the region, made from mead extracted from maguey, which is known to have probiotic properties due to the complexity of its compounds: sugars, proteins, vitamins, yeasts, bacteria and even alcohol.
I took the first spoonful, and the explosion of flavors I felt was exciting, simply delicious. The combination of all the ingredients worked magic on my palate. In addition, my aunt was already preparing some freshly made tortillas on the comal with one of the varieties of corn that my uncle grows on his land.
That afternoon I had an unforgettable afternoon, my uncles and I talked and laughed. While we were eating a guava pie that my aunt had made yesterday, my cell phone rang.
—Well, Olga?
—Inés? Yes, it’s me. My mom says, where have you gone now? Carlitos already wants his bread, and you don’t show up.
Embarrassed, I said goodbye, thanked him for the food and the company, and ran to the bakery. Hahaha, what a “oso”. Soon I returned to deliver the balls and went home.
Before going to sleep, I hugged my family, and gave thanks for that day. How beautiful see all that landscape, those colors, those sounds, those sensations, those aromas, those flavors, those personalities, all that variety of things filling life with emotion and surprise!
It’s good that we are different, how good that diversity exists!
We must respect and take care of this diversity so that we continue enjoying days like this, and of course a delicious molito de olla.
Without a doubt, diversity is what gives “flavor to the broth”.
Rosalba Esquivel Cote
She is a woman, Mexican, microbiologist, teacher, apprentice, and artist. “Let your cries be read!”
Selected Works by Rosalba Esquivel Cote:
La máquina de coser de mamá (III)
La máquina de coser de mamá (II)
La Máquina De Coser De Mamá (I)
Mi Amiga y La Medusa
Otoño
Invierno
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