Convergencia en la diversidad: el poder del arte
por Aura Rosalía Cruz Aburto
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Queridxs compañerxs. Permítanme por esta vez, escribir como filósofa. Quizá no relate cosas tan concretas, quizá parezca que divago sobre ideas abstractas, pero, créanme, mi inspiración no está flotando en el vacío, sino que es producto tanto de ser testigo del brotar creativo de mis amigxs del Círculo de Escritoras de CCATE, del ver surgir y florecer las letras singulares de cada unx de ellxs, tanto como por ser, no sólo testigo, sino afortunada integrante, quizá desde la lejanía geográfica eso sí, de una bella comunidad en que las diversidades nos unen, nos nutren y se celebran recreando y creando relatos y versos.
Arte como convergencia y divergencia
No es infrecuente que se convoque al arte como vía para la integración de las comunidades, porque tampoco es raro que, en su despliegue, en efecto se constituyan resonancias vinculantes entre quienes crean. Sin embargo, aunque sin duda alguna la creación reúne, también abre la posibilidad de la divergencia, de la pluralidad y de la multiplicación.
A través del arte se configura la singularidad individual y colectiva, no como algo preexistente, sino como un mundo nuevo que hace manifiesto lo que antes sólo era una virtualidad. En este sentido, el arte hace brotar lo diverso paradójicamente a partir de la convergencia: el arte es reunión y multiplicación de diferencias. El arte es, ante todo y a diferencia del mundo sujeto a la utilidad, un fin en sí mismo: es creación, nacimiento de mundos insospechados y revelaciones de lo irrevelable.
La paradoja de lo imposible: la convergencia sagrada
Hace algunos años, leí por primera vez acerca de la noción de lo sagrado propuesta por un pensador llamado George Bataille. Difícil de explicar, lo sagrado se opone al mundo discontinuo de la producción. ¿Pero qué es eso de mundo discontinuo, por qué discontinuo? Porque en esa esfera nos sabemos separados: nos convertimos en sujetos que objetivan y que, a su vez, están sujetos en un mundo de instrumentalidades. Pero ¿qué es lo que se instrumenta? Todo lo que existe en función de un relato dominante, ora la necesidad por sobrevivir, ora también la acumulación misma de capital, todo depende de qué época y geografía estemos hablando. En esa esfera de la productividad, todos tenemos un papel que nos ata a la instrumentalización del mundo y que no nos deja libres de devenir. En esa esfera también somos sujetos que a la distancia manipulan objetos, de los que estamos, en apariencia, constitutivamente separados.
Lo sagrado es lo opuesto a este mundo dividido. Lo sagrado se funda como ámbito de escape a la separación, se trata de la emergencia de lo continuo, de la comunión donde se habita “como agua dentro del agua”. En el tiempo sagrado no hay sujetos ni objetos, hay fuerzas que se entretejen y destejen, hay fuerzas de dignidades equivalentes, pero de singularidad absoluta.
De acuerdo con aquel escritor que mencionaba líneas antes, el ser humano abre la posibilidad de lo sagrado en el sacrificio, la fiesta y el arte. En estas tres instancias lo que aparece es la transgresión a lo ordinario, a lo aceptado e incuestionado porque sólo ahí, en medio del juego y no de la producción, es cuando se pueden crear nuevas posibilidades. Es en estos instantes de lo sagrado cuando podemos re-unirnos y ser comunidad, no por origen, sino como destino.
El Círculo de Escritoras: comunidad inconfesable
En plena pandemia tuve la fortuna de presentarme ante una fuerza creadora colectiva a la que tenía años de admirar: CCATE. Gracias a la invitación de mi admirado amigo Obed, comencé a conocer y reconocer a amigxs fuerzas vivas con quienes he compartido tardes escribiendo, leyéndonos y sintiendo juntxs.
Puedo decirlo, quizá de una manera distinta por la lejanía territorial, pero hoy soy parte esta bella y potente comunidad. Hemos conocido nuestras diferentes y divergentes historias, pero también hemos sentido juntas. También hemos escrito y aprendido de las voces y letras de cada una. Somos una (comunidad) pero también somos muchas (fuerzas): somos una comunidad inconfesable.
El arte: lo imposible posible
Quién lo diría, unxs desde Filadelfia, otrxs desde Ciudad de México, hemos formado un coro. Pero, más que un coro, somos algo así como una banda de jazz que cambia el ritmo y se orquesta reconociendo la dignidad de que sea cada una la que legítimamente cuente su propia historia.
Una pasa la estafeta a la otra para leer en voz alta y resonar, aunque nuestras experiencias aparentemente no se toquen. Pero ¿saben qué? Se tocan, milagrosamente se tocan, nace una comunidad, un diálogo y decenas de textos, seguramente muchos más, que navegan sus propios cauces, pero que convergen en la alegría de compartirnos. Jugamos, inventamos cada vez que nos reunimos, sabemos que las reglas las fijamos nosotras porque no hay más autoridad que la propia que, por cierto, también puede reinventarse.
Lo digo una vez más, aunque de pronto vaya y venga con estos conceptos académicos con los que llevo años hablando, todo se resume a esto: ¡Viva el poder del arte! ¡Viva la Comunidad!
Notes:
1. Comunidad inconfesable, un guiño al libro del filósofo Maurice Blanchot.
English Version:
The CCATE Writers’ Circle
Convergence in diversity: the power of art
by Aura Rosalía Cruz Aburto
Dear companions. Allow me for this time, to write as a philosopher. Maybe I don’t relate such concrete things, maybe it seems like I’m rambling about abstract ideas, but, believe me, my inspiration is not floating in the void, but rather it is a product of witnessing the creative sprouting of my friends from the CCATE Women Writers’ Circle, from the seeing the unique lyrics of each one of them emerge and flourish, as well as being, not only a witness, but also a lucky member, perhaps from geographical distance of course, of a beautiful community in which diversities unite us, nourish us and are celebrated. recreating and creating stories and verses.
Art as convergence and divergence
It is not uncommon for art to be called upon as a way to integrate communities, because it is also not uncommon for, in its deployment, binding resonances to be created between those who create. However, although creation undoubtedly brings together, it also opens the possibility of divergence, plurality, and multiplication.
Through art, individual and collective singularity is configured, not as something pre-existing, but as a new world that makes manifest what was previously only a virtuality. In this sense, art paradoxically makes diversity emerge from convergence: art is the meeting and multiplication of differences. Art is, above all and unlike the world subject to utility, an end in itself: it is creation, the birth of unsuspected worlds, and revelations of the unrevealable.
The paradox of the impossible: sacred convergence
A few years ago, I first read about the notion of the sacred proposed by a thinker named George Bataille. Difficult to explain, the sacred is opposed to the discontinuous world of production. But what is this discontinuous world, why discontinuous? Because in that sphere we know we are separated: we become subjects that objectify and who, in turn, are subjects in a world of instrumentalities. But what is being implemented? Everything that exists is based on a dominant narrative, either the need to survive or also the accumulation of capital itself, everything depends on what time and geography we are talking about. In this sphere of productivity, we all have a role that ties us to the instrumentalization of the world and does not leave us free to evolve. In that sphere, we are also subjects who manipulate objects from a distance, from which we are, apparently, constitutively separated.
The sacred is the opposite of this divided world. The sacred is founded as an area of escape from separation, it is about the emergence of the continuous, communion where one lives “like water within water.” In sacred time there are no subjects or objects, there are forces that interweave and unweave, there are forces of equivalent dignities, but of absolute singularity.
According to the writer who mentioned lines before, the human being opens the possibility of the sacred in sacrifice, celebration, and art. In these three instances what appears is the transgression of the ordinary, of what is accepted and unquestioned because only there, in the middle of the game and not production, is when new possibilities can be created. It is in these moments of the sacred when we can come together and be a community, not by origin, but as destiny.
The Writers’ Circle: unspeakable community
In the middle of the pandemic, I was fortunate enough to present myself to a collective creative force that I had admired for years: CCATE. Thanks to the invitation of my admired friend Obed, I began to meet and recognize living-force friends with whom I have shared afternoons writing, reading, and feeling together.
I can say it, perhaps in a different way due to the territorial remoteness, but today I am part of this beautiful and powerful community. We have known our different and divergent stories, but we have also felt together. We have also written and learned from each other’s voices and lyrics. We are one (community) but we are also many (forces): we are an unspeakable community.
Art: the impossible possible
Who would have thought, some of us from Philadelphia, others from Mexico City, we have formed a choir. But, more than a choir, we are something like a jazz band that changes the rhythm and orchestrates, recognizing the dignity of each one legitimately telling its own story.
One passes the baton to the other to read aloud and resonate, even if our experiences do not touch. But you know what? They touch, miraculously they touch, a community is born, a dialogue and dozens of texts, surely many more, that navigate their channels, but that converge in the joy of sharing each other. We play, we invent every time we meet, and we know that we set the rules because there is no authority other than our own which, by the way, can also be reinvented.
I say it once again, although I suddenly go back and forth with these academic concepts that I have been talking about for years, it all boils down to this: Long live the power of art! Long live the Community!
Aura R. Cruz Aburto
Aura es filósofa mexicana, latinoamericana orgullosa, es también artista espacial, textil y visual que busca dar de cuando en cuando con “la frágil unidad poética”. Profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México, Tec de Monterrey e investigadora independiente.
Selected Works by Aura R. Cruz Aburto:
La Última Cena (I)
La Última Cena (II)
La Última Cena (III)
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