(Crónica del eclipse de abril de 2024)
por Rosalba Esquivel Cote
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Pocos eventos en este mundo valen la pena observar y caer asombrados, sobre todo aquellos que nos regala la madre naturaleza. Estamos acostumbrados a sentir la lluvia, a disfrutar la nieve, a refrescarnos con el viento, a admirar el amanecer o el atardecer, pero presenciar un eclipse total de sol siempre causa emoción y expectación.
Fue así como, con estos mismos sentimientos familias completas de CCATE nos citamos en los prados del Parque Histórico Nacional de Valley Forge (King of Prussia, Pensilvania). Todo estaba listo: las cámaras de video, los celulares, los lentes protectores (autorizados por la NASA), los snacks. A pesar de que se pronosticaba cielo nublado, los ánimos iban creciendo cuando la luna comenzó a mostrarse frente al sol. Pudimos ver por algunos minutos las fases de cuarto menguante y cuarto creciente del sol. La emoción crecía, y finalmente alrededor de las 3:30 de la tarde, la luna llegó a cubrir el 90% la cara inmaculada del sol, al mismo tiempo que una ola de densas nubes cerraba el telón de tal espectáculo. Pero, afortunadamente para nosotros, a tiempos las nubes abrían breves ventanas por las cuales pudimos apreciar el eclipse casi en su totalidad, que era lo esperado para nuestra zona geográfica. Vistas que animaron los aplausos y los gritos de emoción de padres, madres y niños.
También pudimos percibir que el ambiente cambió, sentimos una rara oscuridad acompañada por una leve brisa fría, y escuchamos cómo los pájaros trinaban al vuelo. Fue increíble confirmar cómo el calor y la luz del sol tienen tanta influencia en nuestro planeta: la circulación del viento, las corrientes marinas, el comportamiento animal, el crecimiento de las plantas, la fotosíntesis, nuestra propia existencia.
Salomé se emocionó hasta las lágrimas porque esta vez pudo admirar este espectáculo astronómico con toda su consciencia, ya que cuando era niña, en su pueblo natal, cuando ocurrió el eclipse de 1991, ella no se enteró de lo que ocurrió. Y ahora estaba muy emocionada de vivir nuevamente este fenómeno al lado de su esposo, de Sebastián, su hijo, y de amigos quienes también se emocionaron.
Laura recordó que aquella tarde del 11 de julio de hace 33 años, su padre trabajaba sembrando semillas de maíz en el campo, y notó que poco a poco la temperatura iba disminuyendo, que las aves regresaban a los árboles, que la luz desaparecía poco a poco. De pronto volteó hacia el cielo y atestiguó el encuentro de los cuerpos celestes. La luna era igual de grande que el sol. “Cómo un astro tan pequeño había logrado vencer la luz del sol”, se dijo. En aquel tiempo no había internet, ni teléfonos celulares, a duras penas radio y televisión. El padre de Laura no se enteró que habría un eclipse total de sol ese día sino hasta ese momento. Presenciar ese momento fue un espectáculo hermoso, que hasta el día de hoy conserva sólo en su memoria.
Yo recuerdo perfectamente que ese día llegué lo más pronto que pude para presenciar el eclipse con mi familia. Llegué a colocar un recipiente con agua para ir siguiendo el transcurso de la luna frente a la inmensidad del sol. Además, había hecho una plantilla con varias capas de negativos de película fotográfica. Cuando apareció la corona de luz (eclipse total), mi abuela se hincó y comenzó a rezar, mi mamá no dejaba de exclamar “…ay Dios, ay Dios…”, mi hermana con su hijo de un año en brazos miraba de reojo desde la ventana, decían que el eclipse se “comía” a los bebés, así que decidió no salir y no arriesgar a mi sobrino, “no vaya a ser”, dijo.
Muchos nos sentimos afortunados por vivir un segundo eclipse total de sol, algo más para agradecer y para contar a nuestros nietos.
Creo que los fenómenos naturales nos muestran que Gaia, La Gran Madre Tierra, está viva, que nosotros estamos vivos, y hay que cuidar y disfrutar de toda la diversidad que ella nos regala todos los días: la lluvia, la nieve, el calor, el frío, el viento, la madrugada, el ocaso, los árboles, las flores… nuestros alimentos, nuestras mascotas y nuestra familia.
English Version:
When the Moon Appeared As Big As the Sun
Chronicle of the April 2024 eclipse
Few events in this world are worth observing and being amazed, especially those that Mother Nature gives us. We are used to feeling the rain, enjoying the snow, cooling off with the wind, admiring the sunrise or sunset, but witnessing a total solar eclipse always causes excitement and expectation.
Thus, with these same feelings, the entire CCATE families met in the meadows of the Valley Forge National Historical Park (King of Prussia, Pennsylvania). Everything was ready: the video cameras, the cell phones, the protective glasses (authorized by NASA), the snacks. Although cloudy skies were forecast, spirits were growing when the moon began to appear in front of the sun. We were able to see for a few minutes the waning and waxing phases of the sun. The excitement grew, and finally around 3:30 in the afternoon, the moon came to cover 90% of the immaculate face of the sun, at the same time that a wave of dense clouds closed the curtain on such a spectacle. But, fortunately for us, at times the clouds opened brief windows through which we could see the eclipse almost in its entirety, which was what was expected for our geographical area. Views that encouraged applause and shouts of excitement from fathers, mothers and children.
We were also able to perceive that the environment changed, we felt a strange darkness accompanied by a slight cold breeze, and we heard how the birds chirped in flight. It was incredible to confirm how heat and light from the sun have so much influence on our planet: wind circulation, ocean currents, animal behavior, plant growth, photosynthesis, our very existence.
Salomé was moved to tears because this time she was able to admire this astronomical spectacle with all her consciousness, since when she was a child, in her hometown, when the 1991 eclipse occurred, she did not find out what happened. And now she was very excited to experience this phenomenon again with her husband, Sebastián, her son, and friends who were also excited.
Laura remembered that that afternoon of July 11, 33 years ago, her father was working sowing corn seeds in the field, and he noticed that little by little the temperature was decreasing, that the birds were returning to the trees, that the light was disappearing little by little. bit. Suddenly he turned towards the sky and witnessed the meeting of the celestial bodies. The moon was just as big as the sun. “How such a small star had managed to overcome the light of the sun,” he said to himself. At that time there was no internet, no cell phones, barely radio and television. Laura’s father did not find out that there would be a total solar eclipse that day until that moment. Witnessing that moment was a beautiful spectacle, which to this day he retains only in his memory.
I remember perfectly that that day I arrived as early as I could to witness the eclipse with my family. I even placed a container with water to follow the course of the moon against the immensity of the sun. Additionally, I had made a stencil with several layers of photographic film negatives. When the crown of light appeared (total eclipse), my grandmother knelt down and began to pray, my mother kept exclaiming “…oh God, oh God…”, my sister with her one-year-old son in her arms looked askance from the window, they said that the eclipse “ate” the babies, so I decided not to go out and not risk my nephew, “it’s not going to be,” he said.
Many of us feel lucky to experience a second total solar eclipse, something more to be grateful for and to tell our grandchildren.
I believe that natural phenomena show us that Gaia, The Great Mother Earth, is alive, that we are alive, and we must take care of and enjoy all the diversity that she gives us every day: rain, snow, heat, the cold, the wind, the early morning, the sunset, the trees, the flowers… our food, our pets and our family.
Rosalba Esquivel Cote
She is a woman, Mexican, microbiologist, teacher, apprentice, and artist. “Let your cries be read!”
Selected Works by Rosalba Esquivel Cote:
La máquina de coser de mamá (III)
La máquina de coser de mamá (II)
La Máquina De Coser De Mamá (I)
Mi Amiga y La Medusa
Otoño
Invierno
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