Resistir es crear.
Ha sido difícil comenzar este artículo. En un inicio, quería realizar un texto rico en referencias, casos, ejemplos de ejercicios de resistencia comunitaria. Me daba miedo lanzar ideas sin las famosas referencias que en la academia se nos exigen continuamente.
En medio de esta vorágine de angustias y exigencias interiorizadas, me planteé entonces la posibilidad de explicar simplemente la manera en que entiendo la resistencia como forma de creación, recurriendo a la idea de los pensadores Deleuze y Guattari: como líneas de fuga que permiten abrir el campo a nuevas formas de existencia alternativas a los sistemas hegemónicos, precisamente ejerciendo una resistencia a esa voz académica dominante. Por ello, es lo que haré en este texto de tal suerte que habrá de ser, quizá, una pauta para la presentación de nuevos trabajos, ideas, derroteros y creaciones de mundo.
Resistir es crear
Algunas veces, cuando hablo de resistencia, se me interpela porque la palabra suena a reacción, se dice –o eso entiendo al menos– que apela a una actitud victimista. Sin embargo, considero que ese es tan sólo un marco de interpretación del término y existen otras maneras de conceptualizarlo. Asimismo, es necesario reconocer que existen formas de vida dominantes que marcan normas con pretensiones de universalidad. A mi parecer, es bastante ingenuo creer que partimos de un plano donde la diversidad se juega en un campo neutral. Diversas observaciones históricas pueden dar cuenta de ello.
En ese sentido, baste recordar los procesos de colonización continua que, lejos de ser materia del pasado, seguimos experimentando en toda la región latinoamericana donde el imperativo o diversos imperativos occidentales han servido de pauta y aspiración para ciertos grupos que detentan o buscan detentar el poder y donde se ha engendrado un autodesprecio de nosotres mismes. Consecuentemente, los valores, los imaginarios, las normas no son neutrales, no son triviales tampoco, sino que, usando una metáfora, “territorializan” conceptualmente los mundos y dan lugar a órdenes que distribuyen las identidades, las facultades, las capacidades como las incapacidades entre las personas tanto humanas como no humanas. Es decir, aquellas ideas que organizan nuestra manera de entender la vida, a su vez, la modelan y asignan atribuciones con diferentes valoraciones a las diversas existencias que pueblan la Tierra favoreciendo, curiosamente, más a unes que a otres. Entonces, si se pregunta, ¿resistir a qué? Yo diría que, a la dominación, a la cancelación del proceso mismo de estar vives que supone transformarse, recrearse, desplegarse.
Ahora bien, cuando en el acto de resistir nos anclamos a la apelación de atribución de identidades originarias, podemos caer en una trampa que puede ser tan tiránica como la imposición de marcos hegemónicos de interpretación. Cuando nos dejamos seducir por una resistencia reaccionaria, existe la posibilidad de abrir el espacio a defensas puristas de lo que se supone que somos de una vez y para siempre signados por un pasado antiguo que se vuelve intocable. Con lo anterior no quiero decir que no podamos honrar, conocer y apreciar nuestras diversas ascendencias, sin embargo, creo que resistir creativamente demanda asumir que ascendemos de ciertos lugares, pero estamos en el andar de nuestros propios caminos, caminos que se alimentan de una heterogeneidad de experiencias y que en su encuentro pueden dar sitio a nuevas maneras de convivir, de hablar, de comer, de jugar… de vivir. Resistir es, a fin de cuentas, desde este posicionamiento, creación. Al mismo tiempo hay que reconocer que apelar a nuestros orígenes también nos permite singularizarnos e incluir en el proceso de recreación y emancipación propia nuestra historia.
Pero cabe preguntar ¿qué es crear? ¿crear es simplemente reproducir? Ciertamente no. Crear es dar sitio a lo inédito, añadir algo que no estaba ahí antes, aunque es innegable que abreva de experiencias, sentires, saberes preexistentes. Quien reproduce, da sitio quizá a artefactos, imágenes, poemas, prácticas que, en el fondo, replican una misma lógica, solamente revestida con un poco de variedad. Pero, más delicado aún, quien reproduce, apela a un pensamiento ajeno, uno tal que no ha ejercido: es una actividad de pre-juicio, es decir, un juicio (entendiendo este término como actividad de pensamiento) prefabricado por alguien más. Reproducir es renunciar a la autarquía.
No creamos en soledad
¡Vaya! Tampoco asumamos que crear es un acto del que aparece algo de la nada. Crear es apropiarnos de las experiencias, de los saberes, de las ideas que nos atraviesan en el discurrir de nuestras existencias y dar lugar a nuevas formaciones. Y bueno, si la creación proviene del encuentro con lo heterogéneo, hay que asumirlo: ¡no creamos en soledad! La creación se produce en el encuentro del mundo, de la comunidad, del viento, del agua, del Sol, del afuera. La creación es un acto polifónico: es resistencia en colectivo, entendiendo lo colectivo en un sentido amplio y absolutamente incluyente: pensando y lo humano y lo no humano, en lo biológico y lo artefactual… La creación ocurre cuando somos afectades por la vida y cuando ésta, también es afectada por nosotres, dando lugar a algo más que esos polos originarios de convergencia.
De la necesidad de crear otros mundos posibles: ¿Cómo hacer frente al ascenso de micro y macrofascismos?
Existir es discurrir, es movimiento y no hay movimiento sin transformación. La creación transforma, aporta un excedente a lo que preexiste. La creación, en este sentido es inevitable. Sin embargo, políticamente hablando es aún más necesaria si asumimos su papel en la conformación de autonomías y ejercicio de la libertad de ser para todes, lo que también es justicia.
Hoy por hoy, vemos ascender en diversas latitudes movimientos reaccionarios que reclaman un regreso a un mítico pasado de esplendor. Vemos la búsqueda por cancelar derechos conquistados, presenciamos un impulso reaccionario y opresor en avance.
Hablando de creación, es preciso formular la pregunta acerca de ¿en qué sentido se relacionan estos movimientos reaccionarios con ella? En que buscan cancelarla, no sólo en quienes son cuerpos dominados, explotados e invisibilizados, sino que, también, en su afán de recurrir a un supuesto origen primigenio que hay que restaurar, niegan el movimiento mismo de sus privilegiados y obstaculiza su mismo ejercicio de pensamiento auténtico: aquel que es capaz de dar lugar a ideas y no simplemente a reproducirlas.
Por lo anterior, el llamado a resistir no puede limitarse a denunciar, hay que resistir creando, hay que resistir dislocando las supuestas “verdades” y organizaciones preexistentes desde la voz misma de las comunidades. Esta resistencia se produce en los encuentros y los encuentros siempre, siempre, requieren una sensibilidad activa: una que escucha, que observa, que se eriza y recibe el afecto del mundo para transformarse a sí misma.
Resistir es crear: ¡Veamos venir los procesos reimaginantes de la Patria Grande!
FOR A NEW POLITICAL IMAGINATION FROM LATIN AMERICA por Aura R. Cruz Aburto
To resist is to create.
It has been difficult to start this article. Initially, I wanted to make a text rich in references, cases, examples of community resistance exercises. I was afraid to launch ideas without the famous references that are continually demanded of us in the academy. In the midst of this maelstrom of anxieties and internalized demands, I then considered the possibility of simply explaining the way in which I understand resistance as a form of creation, resorting to the idea of thinkers Deleuze and Guattari: as lines of flight that allow opening the field to new alternative forms of existence to the hegemonic systems, precisely by exercising resistance to that dominant academic voice. Therefore, it is what I will do in this text in such a way that it will be, perhaps, a guideline for the presentation of new works, ideas, directions, and creations of the world.
To resist is to create
Sometimes, when I speak of resistance, I am questioned because the word sounds like a reaction, it is said – or at least that is what I understand – that it appeals to a victimizing attitude. However, I consider that this is only a framework of interpretation of the term and there are other ways of conceptualizing it. Likewise, it is necessary to recognize that there are dominant forms of life that set norms with pretensions to universality. In my opinion, it is quite naive to believe that we start from a plane where diversity is played on a neutral field. Various historical observations can account for this.
In this sense, it is enough to recall the processes of continuous colonization that, far from being a matter of the past, we continue to experience throughout the Latin American region where the Western imperative or imperatives have served as a guideline and aspiration for certain groups that hold or seek to hold power. and where a self-hatred of ourselves has been engendered. Consequently, the values, the imaginaries, the norms are not neutral, they are not trivial either, but, using a metaphor, conceptually “territorialize” the worlds and give rise to orders that distribute identities, faculties, capacities such as disabilities between human and non-human persons. That is to say, those ideas that organize our way of understanding life, in turn, model it and assign attributions with different valuations to the diverse existences that populate the Earth, favoring, curiously, some more than others. So, if you’re wondering, resist what? I would say that, to domination, to the cancellation of the very process of being alive that supposes transforming, recreating, unfolding.
Now, when in the act of resisting we anchor ourselves to the appeal of attribution of original identities, we can fall into a trap that can be as tyrannical as the imposition of hegemonic frameworks of interpretation. When we allow ourselves to be seduced by a reactionary resistance, there is the possibility of opening the space to purist defenses of what we are supposed to be once and for all marked by an ancient past that becomes untouchable. With the above I do not mean that we cannot honor, know, and appreciate our diverse ancestries, however, I believe that resisting creatively demands assuming that we ascend from certain places, but we are walking our own paths, paths that feed on a heterogeneity of experiences and that in their encounter can give rise to new ways of living together, of speaking, of eating, of playing… of living. Resisting is, after all, from this position, creation. At the same time, we must recognize that appealing to our origins also allows us to stand out and include our own history in the process of recreation and emancipation.
But it is worth asking, what is creation? Is creating just reproducing? Certainly not. To create is to make room for the unprecedented, to add something that was not there before, although it is undeniable that it draws on pre-existing experiences, feelings, and knowledge. Whoever reproduces, perhaps gives space to artifacts, images, poems, practices that, deep down, replicate the same logic, only covered with a little variety. But, even more delicately, whoever reproduces, appeals to a foreign thought, one that has not been exercised: it is an activity of pre-judgment, that is, a judgment (understanding this term as an activity of thought) prefabricated by someone else. To reproduce is to renounce autocracy.
Let’s not create alone
Wow! Nor do we assume that creating is an act in which something appears out of nothing. To create is to appropriate the experiences, the knowledge, the ideas that go through us in the course of our lives and give rise to new formations. And well, if creation comes from the encounter with the heterogeneous, we have to accept it: let’s not create alone! The creation takes place in the encounter of the world, of the community, of the wind, of the water, of the Sun, of the outside. Creation is a polyphonic act: it is collective resistance, understanding the collective in a broad and absolutely inclusive sense: thinking and the human and the non-human, in the biological and the artifactual… Creation occurs when we are affected by life and when it is also affected by us, giving rise to something more than those original poles of convergence.
Of the need to create other possible worlds: How to face the rise of micro and macro fascism?
To exist is to flow, it is movement and there is no movement without transformation. Creation transforms, provides a surplus to what already exists. Creation, in this sense, is inevitable. However, politically speaking, it is even more necessary if we assume its role in the creation of autonomies and the exercise of the freedom to be for everyone, which is also justice.
Today, we see the rise in various latitudes of reactionary movements that demand a return to a mythical past of splendor. We see the search to cancel conquered rights, we witness a reactionary and oppressive impulse in advance.
Speaking of creation, it is necessary to ask the question in what sense are these reactionary movements related to it? In that they seek to cancel it, not only in those who are dominated, exploited and made invisible bodies, but also, in their eagerness to resort to a supposed primordial origin that must be restored, they deny the very movement of their privileged and hinder their very exercise of authentic thought: one that is capable of giving rise to ideas and not simply reproducing them.
Due to the above, the call to resist cannot be limited to denouncing, we must resist by creating, we must resist dislocating the supposed “truths” and pre-existing organizations from the very voice of the communities. This resistance is produced through encounters and encounters always, it always require an active sensibility: one that listens, observes, bristles and receives the affection of the world in order to transform itself.
To resist is to create: Let’s see the reimagining processes of the Great Homeland come!
Aura R. Cruz Aburto
Aura es filósofa mexicana, latinoamericana orgullosa, es también artista espacial, textil y visual que busca dar de cuando en cuando con “la frágil unidad poética”. Profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México, Tec de Monterrey e investigadora independiente.