Leticia Roa Nixon

Berenice vio a los danzantes aztecas de Filadelfia y supo que quería danzar igual que ellos. Le pidió a su papá, Tomás, que la llevara a las prácticas después de clases. Su padre, aunque llegaba cansado del trabajo de construcción, complacía a su única hija.
Berenice era la única niña en el grupo Fuego Nuevo y la más joven pues tenía ocho años. Pronto aprendió las danzas tradicionales: Fuego, Paloma, Venado, Mayahuel y Tonantzin. Tras varios meses sus padres al ver su dedicación decidieron darle una sorpresa. Pidieron su atuendo de danzante a sus parientes de México quienes viven cerca de las Pirámides de Teotihuacan.
Su tía Luz escogió un lindo traje de tela metálica color rosa mexicano y vistosos adornos de lentejuelas y su tocado de plumas llamado copilli.
En Filadelfia, su madre Marina le ayudaba a trenzar su cabello y ponerse el copilli y que luciera cada prenda del atuendo.
Pasó el tiempo y su padre formó su propio grupo de danza llamado Tonantzin Coatlicue que significa Madre Tierra.
Su padre tocaba el huehuetl, el tambor abuelo y su primo David soplaba su caracol, el atecocolli.

Su mamá Marina y su abuela Cruz eran las sahumadoras. Se encargaban de mantener el sahumerio encendido desde que se iniciaba la danza hasta que terminaba quemando incienso de copal sobre pedacitos de carbón dentro del sahumerio.
En la danza azteca, las sahumadoras saludan a las seis direcciones, norte, sur, este, oeste, hacia el cielo y hacia la tierra. Son acompañadas por el sonido del huehuetl y el atecocolli. Los danzantes tocan sus sonajas, los ayacaxtlis, mientras se saluda a las cuatro direcciones, al sol y a la tierra.
Después se forma el círculo de danzantes y en el centro está el huehuetero y el sahumerio.
Luego cada uno de los danzantes pasa frente al huehuetl pide permiso y ofrece su danza. Berenice escuchó al huehuetl tocar y dijo suavemente:
Ta-tan Ta-Tan
Tatatán –Tan
Ta-tan Ta-Tan
Tatatán – Tan
Tatatata tata tan
Tatatata tata tata tan

El toquido del huehuetero indica a los danzantes que ya comenzará la danza solicitada. Berenice ha aprendido que los pasos de la danza representan a la naturaleza. Las vueltas y giros representan la fertilidad y otras combinaciones representan la tierra y las cosechas. Girando en el aire representa el alma. Los brincos sobre el mismo sitio, al fuego, mientras que los pasos en zig zag simbolizan el agua.
¡Zin Zin! suenan las coyoleras atadas alrededor de sus tobillos.
¡Whoosh Whoosh! zumba el aire cuando Berenice da sus giros.
Con cada paso, zin zin, las coyoleras imitando el sonido de la serpiente, suenan alrededor de sus tobillos. Berenice siente como vibra la tierra bajo sus pies descalzos.
Al terminar esta danza, recibe del regidor de las danzas el bastón que debe llevar para pasar al frente del huehuetl para ofrendar su danza que es Águila Blanca.
En cada parte de su danza, Berenice siente que vuela al igual que el ave, elevándose por encima del círculo de los danzantes.
Con cada giro siente cada vez más que vuela tan alto como si pudiera alcanzar las nubes y los astros.

Siente el viento acariciar su rostro y el aleteo de las alas poderosas del águila.
Y en eso escucha en su oído las palabras del Jefe Antonio:
“La danza de conquista azteca es una danza para los cuatro colores de las razas-madre, la roja, la negra, la blanca y la amarilla; para los cuatro vientos y las cuatro direcciones. Quien danza hacia las cuatro direcciones templa su espíritu y llega hasta su propio centro. Y, al centrarse, centra todo el universo.”
Poco después alcanza lograr escuchar de nuevo el sonido del huehuetl indicando que su está llegando a su fin.
Berenice siente que como si su cuerpo fuera aterrizando lentamente para encontrarse otra vez en el círculo de los danzantes.
Frente al huehuetl traza los pasos que indican que ha terminado su danza y luego corre dentro del círculo con el bastón para entregarlo al regidor.
Ocupa de nuevo su lugar y siente de nuevo vibrar la tierra cuando todos los danzantes comienzan a seguir los pasos de la siguiente danza.
“Ah, es Mayahuel”, piensa para sí y pronto se deja llevar por el vaivén pausado de esa danza.
Cuando todos los danzantes han ofrendado su baile, las sahumadoras recogen sus sahumerios que estaban frente al huehuetl, su primo David toma su atecocolli y los danzantes suenan sus ayacaxtlis. Es tiempo de agradecer y despedir a las seis direcciones, oriente, poniente, norte y sur, al sol Tonatiuh y a la tierra Tonantzin
Después los danzantes que siguen en el círculo comparten sus sentimientos.
Toca el turno a Berenice : “Con el permiso del Creador y de los danzantes aquí presentes doy gracias por estas danzas que han alegrado mi corazón”.
Luego es tiempo de cambiarse el atuendo y platicar con los demás mientras se comparte fruta, agua, atole y comida.
Berenice, la danzante azteca, se siente feliz de ser parte de la gran familia que conserva esta tradición del México prehispánico.
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